sábado, 4 de junio de 2011

CINE CONTEMPLATIVO // LAS CUATRO ESTACIONES

Gracias a la buena programación del 31 Foro Internacional de la Cineteca, llega a Monterrey, por solo un par de días, la anticipada cinta Las Cuatro Estaciones (Le Quatto Volte, Michelangelo Frammartino, 2010).
Tuve la fortuna de ver esta cinta en una retrospectiva sobre el gran legado fílmico que ha dejado Italia, en una sala rodeado de italianos, justa y porsupuestamente, orgullosos como ellos mismos.


El film se asemeja a un documental espiritual de la naturaleza al mismo tiempo que explora la reencarnación de un hombre en cuatro partes o episodios, sin dialogo alguno. El objeto de este film pastoral es la transmigración del alma, y mientras sigue ostentosamente la rutina de un vetusto pastor, un crío de una de sus cabras, un poderoso árbol, un cerro de carbón, y una expulsión de humo como sus “protagonistas”, el verdadero objeto de Las Cuatro Estaciones es la invisible fuerza vital que anima todas estas formas.
Filmada en la austera y hermosa región sureña de Calabria, Italia, la cinta tiene un “feeling” orgánico y contemplativo. Inicialmente Frammartino  nos presenta al viejo y enfermo pastor de cabras en su monástica, rutinaria y desolada existencia; durante el día cuida de su rebaño y durante la noche de su decrepita salud. La rutina del pastor se ve interrumpida un día cuando, mientras se echaba un cague, pierde su dosis diaria de medicamento milagroso con resultados fatales. Hasta aquí el film se asemeja a una gran cantidad de cintas contemporáneas contemplativas (Lisandro Alonso, Albert Serra, Sharunas Bartas) de las cuales, alguna de ellas, yo todavía no tengo la suficiente inteligencia para “entender” el porque son tan críticamente alabadas por tanto pseudo-intelectualoide allá afuera. Afortunadamente, de aquí en delante el film mete segunda y empieza a ponerse mas trascendental, la pantalla se torna oscura y somos despertados con la luz del nacimiento de un crío de cabra. Es aquí donde no solo se altera el curso de la “historia” sino también, y mas importante, nuestra perspectiva. Antes, el rebaño eran solo cabras pastando, ahora somos parte de él, recuerdo que tanto significó para mí un close-up de una cabra mirando fijamente al cielo.
El siguiente episodio es, por azares del destino y la naturaleza, la transmigración del alma de la cabra a un árbol (nuestro nuevo y tercer protagonista). El árbol es objeto principal de un ritual tradicionalista de los habitantes de la región en una ceremonia muy peculiar. El alma del árbol transmigra una vez mas aclarando al espectador la primera imagen que vemos al inicio de la película.
El sonido de la cinta es tan atractivo y emotivo como lo visual, el escaso dialogo y algarabía del ritual (sin subtítulos) es tratado a la par con el cantar de los pájaros, el ladrido de perros, el crujir de las ramas, y el “cantar” del carbón.
La razón por la que a la cinta se le ha atribuido como de un estilo Tati-esco es por una escena en particular filmada con gran bravura y una orquestación encabronada en donde la cámara, un perro, un camión, una piedra y un desfile resulta en un delicado y asombros sketch “cómico” de gran elegancia.
Cuando yo había perdido la esperanza por aquel tipo de cine orgánico contemplativo filmado con el corazón y no con el cerebro, viene esta película y me la regresa. Frammartino permite al material hablar libremente por si solo, resultando en una exploración de trascendencia existencial, de orígenes metafísicos y el destino del ser, y la vida del alma.
Las Cuatro Estaciones se exhibe hoy Sabado y Domingo en la Cineteca de Nueva León a las 16:00, 18:30 y 21:00 horas.


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